Puede parecer poco interesante dedicarse a arreglar instrumentos viejos o estropeados pero no lo es en absoluto.
Cuando me llegan instrumentos para arreglar, a menudo el cliente tiene cierta prisa o lo necesita para alguna actuación.
Me he dado cuenta que pararse a hacer un arreglo sirve para relajarse, normalmente los instrumentos viejos de madera son muy agradecidos y cualquier arreglo que se les haga va a lucir mucho.
Rectificar el diapasón, limar trastes, cambiar cejuela o selleta del puente, cambiar clavijeros, cordales y cuerdas, pegar el puente, etc.
Son trabajos que suelen dar muy buen resultado.
Me satisface sobre todo cuando después del arreglo me dispongo a afinar el instrumento para probarlo y descubro como ha mejorado, ese momento es la excusa perfecta para tocar un par de piezas por lo menos!
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